La crisis en la Policía Nacional no termina. Ya no le queda ningún teniente general y, además, el nuevo ministro del Interior, Alfonso Chávarry, debe resolver qué hacer con la llamada “lista de colocaciones” que dejó el anterior comandante general de la Policía, Javier Gallardo, y que provocó el choque con el renunciante Avelino Guillén. Tenemos la lista completa y aquí la revelamos.

El subcomandante general Martín Parra Saldaña, se enteró esta mañana que el nuevo ministro del Interior, Alfonso Chávarry Estrada, había convocado a algunos de los diez primeros generales de la jerarquía policial, menos a él, que era el número 2 del escalafón de la Policía Nacional del Perú. Intuyó Parra que no era parte de los planes del nuevo titular del sector y de inmediato pidió su pase al retiro.

Con la salida del excomandante general, Javier Gallardo –tras la crisis por la renuncia de Avelino Guillén del Ministerio del Interior– y del pase a retiro solicitado en días anteriores por el exsubcomandante general, Javier Bueno –luego de denunciar corrupción en el proceso de ascensos e implicar al propio Gallardo y al exsecretario general de Palacio, Bruno Pacheco– a la Policía Nacional le quedaba sólo un teniente general, que es el máximo grado en la estructura. Era Martín Parra. Pero con el retiro de este oficial, ya no le queda ninguno.

Ahora, Chávarry tiene que designar un nuevo alto mando policial entre los sesenta generales restantes de la Policía. Ninguno es teniente general. Y tiene, además, que resolver el problema de las “colocaciones”, que es como en esa institución llaman a las asignaciones que tendrán los sesenta generales que tiene la institución.

El saliente y cuestionado comandante general PNP, Javier Gallardo –el escollo de la gestión de Avelino Guillén y causante de su renuncia– había dejado una lista de “cambio de colocaciones” que Guillén había rechazado desde el día en que se la presentó, el 7 de enero pasado. Hasta ahora la lista se ha mantenido en absoluta reserva, pero su existencia es de la mayor importancia.

Porque, la renuncia del exministro Guillén no se debió únicamente a la indecisión del presidente Pedro Castillo por firmar el pase a retiro de Javier Gallardo. Se debió, además, al desinterés del jefe de Estado por exigir la mejora de la lista de colocaciones que había propuesto Gallardo.

Por eso, el sábado 15 de enero, cuando Avelino Guillén llegó a Palacio de Gobierno, no sólo llevó bajo el brazo el proyecto de resolución de pase a retiro de Gallardo. También portaba la lista de colocaciones de Gallardo, con la que Guillén y sus cuadros técnicos estaban en desacuerdo. Guillén entregó en manos del presidente ambos documentos.

Desde ese día, hasta el viernes 28 de enero, cuando renunció, Guillén no volvió a ser recibido por Castillo. El desenlace fue la ya conocida renuncia de éste y la posterior crisis política que explotó cuando también renunció la primera ministra Mirtha Vásquez.

Así que la “lista de Gallardo” aún es un tema pendiente para el gobierno y para el nuevo ministro, Alfonso Chávarry. O la aceptan, o la observan.

Epicentro Tv ha obtenido una copia de la lista. Allí están los cambios que planteó Gallardo, allí figura a dónde deben ir los generales que él no consideraba idóneos para conducir las direcciones policiales más importantes en la lucha contra el crimen organizado y la delincuencia. ¿Por qué Guillén la objetó?

La lista

Cuando Guillén le entregó la lista a Castillo, en Palacio de Gobierno, le dijo: “presidente, esto es lo que quiere hacer el general Gallardo, le he hecho observaciones”.

La lista contiene tres columnas: la de izquierda, los nombres de los sesenta generales, la del centro, la unidad de origen, y la de la derecha, la unidad de destino, es decir, a dónde quería enviar Gallardo a sus subordinados. En la lista no figuran los primeros tres generales del escalafón de la PNP porque son (eran) el alto mando policial. El ministro y su equipo analizaron el documento. Gallardo proponía cambios que nadie entendía.

El número uno de la lista (en consecuencia, el número cuatro del escalafón policial) es el general Vicente Tiburcio Orbezo, actual jefe máximo de la Dirección de Investigación del Crimen (Dirincri), pero a quien Gallardo pensaba enviar al Comité de Asesoramiento del Estado Mayor General de la PNP, una función administrativa bajo el mando del subcomandante general. Toda una experiencia operativa al servicio de un puesto de oficina.

Al número dos de la lista, Miguel Lostanau Fuentes, actual director de la Escuela Nacional de Formación Policial, Gallardo tenía en mente enviarlo a la Dirección Nacional de Orden Público y Seguridad de la Subcomandancia General.

Uno de los cambios propuestos más cuestionados y que motivó la crítica pública del propio Guillén es el del general Jorge Luis Angulo Tejada, número ocho de la lista y jefe de una de las direcciones policiales más importante del país, la Sétima Región Policial – Lima. Gallardo planteaba llevar su vasta experiencia operativa a la Dirección de Turismo.

Angulo había llegado a la Sétima Región Policial en un momento sumamente crítico para la Policía: el asesinato de Inti Sotelo y Bryan Pintado, durante las protestas de noviembre del 2020 contra el gobierno de facto de Manuel Merino. No tiene ni un año y medio a cargo de esa comandancia.

Otro de los cambios planteados más criticados es el del general Óscar Arriola Delgado, actual jefe de la Dircote (número dieciocho de la lista de Gallardo).

Pese a los casos complejos que estaban bajo su mando –algunos de los cuales involucran a figuras centrales del partido de gobierno, Perú Libre–, Gallardo buscaba removerlo y enviarlo a la División de Investigación de la Inspectoría General. En pocas palabras, a investigar irregularidades y faltas administrativas de otros efectivos policiales de menor rango.  

Y también tenía en mente cambiar de ubicación al general Mario Moreno Alvarado, de la especialidad inteligencia, jefe de la Región Policial Apurímac (número treintiuno en la lista), para enviarlo a dirigir la Dirección de Seguridad Ciudadana.

Asimismo, ha propuesto mover al general Miguel Cayetano Cuadros, nada menos que desde la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac) al Frente Policial Tumbes. Es decir, desde la unidad policial que investiga a las organizaciones criminales y a los personajes de alto perfil político y empresarial, a una dirección de frontera.

Sólo un enroque

Y mientras Gallardo proponía esos planes para quienes Avelino Guillén consideraba los oficiales policiales más valiosos, también buscaba mejorar el status de otros generales en puestos de mayor relevancia en la estructura policial.

Por ejemplo, al general Juan Leonidas Olivera García, director de Tránsito, Transporte y Seguridad Vial, y con varios años desempeñándose en “carreteras”, quería nombrarlo jefe de la Sétima Región Policial, en reemplazo del general Angulo. Nada menos.

Y al general Segundo Mejía Montenegro, quien hoy dirige la región policial de Tacna, Gallardo propuso nombrarlo director de la Policía Anticorrupción (Dircocor). Cuando Guillén y sus asesores le pidieron a Gallardo replantear la lista, éste se la devolvió prácticamente idéntica, con apenas un cambio: Mejía ya no iría a Anticorrupción sino la Dirección Policial de Lavado de Activos (Dirila). El resto, tal cual.

¿Por qué la objeción con el general Mejía Montenegro? Durante más de una década, en sus tiempos de coronel, Mejía fue una suerte de “sheriff” de la Universidad Garcilaso de la Vega. En el 2004, fue contratado como “jefe de seguridad y protección interna del área de Rectorado” por el propio Luis Cervantes Liñán, el recordado rector del millón de soles mensuales de sueldo. Estudiantes y docentes opositores a la gestión de Cervantes, denunciaron por esos años que Mejía realizaba contra ellos presuntas acciones de espionaje. Mejía negó los cargos.

Por eso, cuando habló con el presidente Castillo en Palacio, Avelino Guillén se quejó de Gallardo y le dijo al mandatario: “el general Gallardo no ha cambiado nada, sólo ha hecho un enroque”. Se refería al caso de Mejía Montenegro. El presidente, como se sabe, no tomó ninguna decisión, ni entonces ni después.

La lista sigue siendo un asunto pendiente. Quizá el nuevo ministro, Alfonso Chávarry, siga la línea propuesta por Javier Gallardo. Si se hubiera seguido la línea de mando, el general Parra –el mismo que hoy pidió su pase al retiro– hubiera asumido la máxima jefatura policial. ¿Cómo actuarán los mejores oficiales de la Policía frente a todo lo que ocurre? Es un misterio por ahora.

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