El protagonismo en esta asunción de mando por poco se lo lleva el episodio de la banda presidencial, entregada por el ex presidente Francisco Sagasti  a un edecán en la puerta del Congreso.

Un nuevo presidente, uno que se iba y que no pudo entregarle la banda presidencial, protocolos sanitarios, protocolos oficiales, un rey, Felipe VI de España, varios presidentes de la región, un acomodado Vladimir Cerrón, el cuco de siempre…en fin, no fueron pocas las estampas que nos dejó la asunción de mando del profesor Pedro Castillo.

Pero sin duda, el hecho más criticado de la jornada fue este: el hoy expresidente Francisco Sagasti, alrededor de las 11 de la mañana, llegaba al parlamento para devolver la bendita banda presidencial, la idea era que se la dé el mismo a Castillo como suele ocurrir en los cambios de mando, pero una muy cuestionable decisión de la nueva Mesa Directiva impidió que eso ocurra y Sagasti tuvo que entregar el simbólico distintivo en la puerta de entrada a la edecán de la presidencia.

La Mesa Directiva apeló a una ley que no está por encima de la Constitución, la misma que indica que, en estos casos, la banda presidencial tendría que haber pasado, de mano en mano, de Sagasti a la actual presidenta del Congreso, María del Carmen Alva y luego ella entregarla, en el mismo acto, a Pedro Castillo. La Constitución no permite que la presidenta del Congreso sea presidenta del país por 48 horas. Mal gusto, mal mensaje, de quien intentó explicar lo ocurrido apenas terminó la jornada.

Como era de esperarse, la polarización interpretativa llegó a los propios parlamentarios, mientras que los morados apelaban a la convocatoria, Renovación Popular respaldaba la postura de la Mesa Directiva.

El episodio en cuestión se robó el legítimo protagonismo de los ingresos de los jefes de estado de Chile, Colombia, Ecuador, Argentina Bolivia y del Rey Felipe VI de España, quienes asistieron el congreso peruano para el  cambio de mando y por poco, Sagasti entregando la banda afuera, opaca también la histórica llegada de Pedro Castillo a su juramentación.

Afuera, más de 30 carpas, viviendo una realidad paralela que fue alimentada por la fallida narrativa de fraude y un histérico macartismo de sabor nacional, poniendo la nota bizarra de la jornada.

Unas cuadras más cerca del congreso, grupos de compatriotas provincianos querían llegar lo más cerca posible del nuevo presidente, pero los protocolos son los protocolos.

Pasadas las 11 de la mañana, al fin el nuevo presidente llegaba hasta el congreso junto a su familia a recibir la banda presidencial. Antes de ingresar, le rindieron los protocolos correspondientes y cuarenta minutos más tarde, así como entró se fue, mensaje presidencial de por medio, en el cual, lo más saltante, sin duda, fue el hecho de que diera a entender que cualquier reforma constitucional para convocar a una Asamblea Constituyente se enmarcaría en el artículo 206 de la actual constitución de 1993. Hasta los congresistas de Renovación Popular estaban satisfechos con esta declaración

Vladimir Cerrón, presidente de Perú Libre, el malo de la película saludaba o se despedía, empoderado, a su salida, a todo aquél que se la acercaba y se retiró del congreso sin dar declaraciones y con un lenguaje corporal que denota un poder que aún no conocemos.

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