Deforestación menonita en la Amazonia: impacto ambiental en aumento
Sigue creciendo la deforestación menonita en los bosques amazónicos, Epicentro

Sigue creciendo la deforestación menonita en los bosques amazónicos

En el principal aeropuerto de Ucayali, en plena Amazonía peruana, un grupo de personas llama la atención. Visten ropas anticuadas: los hombres con sombreros de ala ancha, tirantes y camisas a cuadros, las mujeres con vestidos largos y pañuelos, siempre rodeadas de niños. Son menonitas, pertenecientes a la rama más conservadora y fundamentalista de este grupo religioso, y su presencia en la Amazonía peruana se ha convertido en una seria amenaza para la integridad de uno de los ecosistemas más importantes del planeta.

De acuerdo con un documento recientemente publicado por la Coalición por una Producción Sostenible, desde su llegada en 2017 las comunidades menonitas han deforestado casi 9 mil hectáreas de bosque para establecer sus colonias agrícolas, impulsadas por un modelo de producción intensiva. En estas tierras priorizan la soya y la ganadería a gran escala, toda implantada con un modelo de alto impacto, con uso de agroquímicos y, se sospecha, el uso de transgénicos. Su impacto en la selva es innegable, y la falta de control por parte de las autoridades ha permitido que la deforestación avance a un ritmo alarmante.

Tierra Blanca: el epicentro de la deforestación

A orillas del río Ucayali, en la región de Loreto, se encuentra Tierra Blanca, la localidad con mayor número de menonitas en el Perú. Allí se han establecido tres colonias (Wanderland, Österreich y Providencia) que, según investigaciones fiscales y pruebas satelitales de la ONG Conservación Amazónica (MAAP), han deforestado alrededor de 5,000 hectáreas sin respetar ninguna norma ambiental.

Para los menonitas, el bosque es un obstáculo que debe ser superado en la búsqueda de tierras cultivables. "El bosque? Pues es mejor que la tierra produzca comida. ¿Para qué vamos a tener tantos árboles si no se comen, si no producen nada?", afirmó hace un tiempo Peter Dyck, líder menonita de Tierra Blanca, reflejando una visión utilitarista de la naturaleza que choca con la necesidad de conservar la Amazonía y de hacerla sosteniblemente productiva.

Un historial de conflictos y deforestación

La expansión menonita en Latinoamérica tiene un largo historial de conflictos ambientales y sociales. En Bolivia, donde habitan unos 150 mil menonitas, se estima que han deforestado cerca de 2 millones de hectáreas. Su llegada al Perú responde, en parte, a la necesidad de ampliar sus áreas agrícolas debido al crecimiento de su población y a la búsqueda de nuevas tierras donde puedan vivir según sus propias reglas, lejos de las restricciones gubernamentales y la "degradación moral" que, según ellos, afecta a otras colonias.

Si bien existen grupos menonitas progresistas en el Perú que se dedican a labores sociales y defienden los derechos humanos y el medio ambiente, estos no tienen relación con los menonitas conservadores de Tierra Blanca, Padre Márquez o Masisea. Estos últimos, conocidos como "de la Antigua Colonia", se aferran a una interpretación literal de la Biblia que justifica su dominio sobre la naturaleza.

Impacto ambiental y social: una crisis en desarrollo

La deforestación causada por la agricultura menonita tiene consecuencias devastadoras para la Amazonía peruana. La pérdida de biodiversidad, la liberación de carbono a la atmósfera, la degradación de los recursos naturales y los conflictos con las comunidades indígenas son solo algunas de las caras de esta crisis ambiental.

Además, la forma en que los menonitas adquieren las tierras y los privilegios que obtienen de las autoridades locales —como la exención del servicio militar y la autonomía educativa— generan controversia y cuestionamientos sobre la legalidad de sus asentamientos. De hecho, existen varios expedientes fiscales en la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental de Ucayali que buscan sancionar a los menonitas, y también han sido multados por 11 millones de soles por la Gerencia Regional Forestal de la misma región.

Los conflictos entre comunidades nativas y grupos menonitas han escalado hasta el uso de la violencia. Esto viene ocurriendo en Masisea en terrenos invadidos de propiedad de la Comunidad Nativa Caimito, que expulsaron de manera violenta a 4 familias menonitas que se habían instalado recientemente en sus tierras, aumentando los daños por deforestación ya existentes en su comunidad.

Falta de fiscalización: una puerta abierta para el descontrol

Aunque existen casos de coexistencia pacífica entre comunidades menonitas y agricultores, la mínima o nula fiscalización ha permitido que estas prácticas pasen desapercibidas. Esto enfatiza la urgencia de implementar medidas contundentes antes de que la situación se deteriore al nivel observado en otros países como México y Bolivia. 

"Este tipo de impactos no solo afecta a la biodiversidad, sino que compromete servicios esenciales como la regulación climática y la captura de carbono, fundamentales para enfrentar el cambio climático. Por ese motivo, promovemos alianzas entre actores públicos, privados y la sociedad civil para un desarrollo sostenible" explicó Kirla Echegaray Alfaro, especialista en políticas ambientales y coautora del estudio publicado por la Coalición por una Producción Sostenible.

En sus más de 20 recomendaciones, resultado de un estudio exhaustivo que involucra a diversos actores, la Coalición plantea soluciones integrales para detener la deforestación.

Estas incluyen: Regular estrictamente el cambio de uso de suelo en tierras de aptitud forestal, establecer sistemas de monitoreo constantes para prevenir la expansión ilegal de cultivos y actividades ganaderas y promover una agricultura que conserve recursos naturales y mantenga la productividad a largo plazo. El informe también destaca ejemplos de prácticas sostenibles en comunidades menonitas de países como México, que podrían replicarse en Perú para mitigar el impacto ambiental y garantizar un desarrollo sostenible en la Amazonía peruana.