Shimabukuro cuenta lo que le dijo Dina Boluarte tras ganar las elecciones
Shimabukuro cuenta lo que le dijo Dina Boluarte tras ganar las elecciones, Epicentro TV

Shimabukuro cuenta lo que le dijo Dina Boluarte tras ganar las elecciones

Henry Shimabukuro asegura que terminada la segunda vuelta del 2021, Dina Boluarte le preguntó qué deseaba a cambio y que le propuso ser parte de un “equipo paralelo”, pero que él prefirió dejar el cuartel general de campaña, montado en el Club Apurímac, despidiéndose de ella. Meses después, recibió una llamada del ya presidente Pedro Castillo, quien lo invitó a Palacio de Gobierno. Desde ese momento, según relata, se convirtió en agente de la DINI para investigar a aquellos que le generaban desconfianza al jefe de Estado. A continuación, la segunda parte de la entrevista al investigado exasesor Henry Shimabukuro.

#Exclusivo | Entrevista a Henry Shimabukuro (PARTE 2)

Shimabukuro se despide de Dina Boluarte

-Entonces, usted dice que llega primero al entorno de la señora Dina Boluarte. ¿Y cuándo es que usted pasa a ser parte del entorno, del equipo del ya presidente Pedro Castillo? ¿Cuándo es que da usted el salto?

A ver, terminando la segunda vuelta, bueno, faltando una semana para que acabe la segunda vuelta, la señora Dina Boluarte viaja a Piura. En esa época no pude viajar a Piura porque estaba haciendo algunos negocios de mi empresa. En ese momento conozco al equipo de campaña de Pedro Castillo, porque, como el Club Apurímac está cerca al local de Perú Libre, recuerda que el Club Apurímac es un restaurante y venían muchos jóvenes y chicos de la campaña de Pedro Castillo a almorzar. Y, como ya me conocían, porque me veían siempre con la señora Dina Boluarte, me invitaron a acompañarlo al profesor Pedro Castillo a una de sus actividades, que era el recorrido Ayacucho – Huancavelica, Huancavelica – Pisco – Ica.

-Todo por tierra.

Todo por tierra. Como a mí me gusta mucho el viaje, la emoción, alisté mi camioneta y me fui a acompañarlos en la caravana del profesor Pedro Castillo.

-¿Le comentó de esa invitación a la doctora Boluarte?

No le comenté, pero sí le dije a la señora Maritza que me estaba yendo con el profesor Pedro Castillo.

-Pero usted tenía el contacto directo con la señora Boluarte.

Sí, correcto.

-¿Y por qué no le escribió?

Lo que pasa es que le escribí cuando salí de aquí, pero le escribí cuando estaba allá. Le dije “doctora, estoy acá”, ya en Huancavelica.

-¿Cree que ella se hubiera opuesto?

Se incomodó, porque luego la señora Maritza me llama y me dice “Henry, regresa a Lima, la doctora te necesita para que la sigas apoyando, y que en este momento, como ya falta tan poco, no la abandones”.

-¿En dónde estaba usted?

En Huancavelica.

-¿Y se regresó?

Ya tuvimos que bajar, cuando ya descendimos para San Clemente. El profesor Pedro Castillo hizo la ruta Pisco – Nazca, yo me regresé a Lima.

-¿Usted todavía conserva ese mensaje que le envió a la doctora Boluarte, cuando le dijo “me estoy yendo a esta ruta”?

Claro, todos los mensajes por whatsapp los tiene la Fiscalía. Todos.

-¿Y esos mensajes aún se conservan?

Por supuesto. Mensajes, audios, fotografías.

Termina la campaña y me voy a despedir de la señora Dina Boluarte en el local de Bolivia. Allí estaba presente la señora Maritza Sánchez, la señora Grika, el señor Torres...

-¿El local de Bolivia es de Perú Libre?

No, el local de Bolivia es de la señora Grika.

-¿Ella tiene un local allí?

Por supuesto, tiene un instituto.

-¿La señora Grika Asayah, la asesora que es materia de noticias actualmente?

Por supuesto.

-Ah, está desde la campaña.

Por supuesto.

-¿Qué cuadra de la avenida Bolivia?

Cuadra 340 y tantos, no recuerdo muy bien la dirección.

-Ella tiene un instituto y fueron allí.

Ahí fuimos para hacer las revisiones de las actas, donde se instaló computadoras, había abogados que eran voluntarios, que querían ayudar a revisar las actas...

-Ah, producto de las impugnaciones.

Correcto, desde las 8 de la mañana hasta altas horas de la noche, y algunos se quedaban hasta el día siguiente, y es donde pedían, necesitaban logística, alimentación, desayuno y cena. Y voluntariamente les facilité, en algunas ocasiones le deposité a la cuenta de la señora Grika, porque ella era la que me pedía. Y en ese local ha sido que...

-Perdón, perdón, disculpe esta interrupción. ¿Usted también ha realizado pagos a la señora Grika Asayah? ¿A su cuenta?

Por supuesto, a su cuenta.

-¿Cuánto aproximadamente?

Habrá sido en dos, tres oportunidades, una de ochocientos, de mil.

-¿A su cuenta personal o su cuenta empresarial?

Cuenta personal de ella.

-O sea, pidiendo el reporte...

Sí, correcto, y una de las cuentas era de su pareja, de su hermano, no recuerdo muy bien.

-O sea, eso está registrado en los reportes bancarios y corroboraría lo que dice.

Sí, claro, coincide con la fecha, el día, la hora.

-¿Para qué eran esos pagos?

Ella me pedía para la alimentación de los abogados.

-Ok.

Y en ese local, yo ya me despido de la señora Dina Boluarte y ella me dice: “bueno, ya ganamos, ingeniero, ¿usted no desea nada a cambio?”. Yo le digo que no, que yo paso a mi vida privada. Me dijo que si yo podía acompañarla a un grupo paralelo que pertenecía, su grupo de ella, interno, las personas de máxima confianza.

-¿Grupo paralelo en dónde?

Un grupo paralelo al gobierno, lo entendí así.

-¿Ella utilizó ese término, “grupo paralelo”?

No, lo utilizo yo, porque, si quiere que pertenezca a un grupo...

-¿Qué clase de grupo?  ¿De técnicos, profesionales, empresarios?

De profesionales o empresarios o técnicos.

-¿Para hacer qué?

No me dijo para qué porque le corté diciéndole que no... Me despedí y nunca más volví a saber de la señora Dina Boluarte, nunca conversamos por teléfono...

-¿No volvieron a mensajearse?

No. En el estado de mi whatsapp, que la Fiscalía lo debe haber abierto, figura la hora, el día, el mes de la última conversación que tuve con ella, y de ahí, nunca más.

-¿Eso cuándo fue?

Eso fue para la entrega de las credenciales. De ahí acabé, pasaron todos los meses, y en los meses recibo un mensaje.

-Usted estaba en sus asuntos.

Yo estaba en mis negocios, en mis trabajos. Me llega un mensaje de que quería conversar conmigo, al comienzo no creía, que quería conversar conmigo el presidente el presidente Castillo.

La llamada de Pedro Castillo

Me dice “¿el señor Henry Shimabukuro?”. “Sí”. “El presidente quiere conversar con usted”. El presidente, en el otro lado del teléfono, me dice: “ingeniero, muy buenas...”.

-¿Era el señor Castillo?

Sí, era su voz. Me dice “deseo conversar con usted sobre algunos temas que están ocurriendo”. Y, bueno, yo le dije: “usted diga, señor presidente”. Le dije que no estaba acá en Lima, que regresaba en los días continuos, y cuadramos una fecha para conversar.

-Y usted va.

Sí.

-¿En qué fecha fue?

En diciembre... Sobre el problema que había ocurrido en Palacio, sobre el allanamiento. Ya no estaba el señor Bruno Pacheco. Ya había ocurrido. Me dijo “¿usted está enterado, sabe algo de lo que ha ocurrido? ¿Qué podía aportar?”.

-O sea, ¿lo llamó para pedirle consejo sobre lo que se podía hacer?

Sí. Algunas personas de su entorno, de la campaña, le habían hablado de mí, sobre el trabajo serio, sobre cómo soy yo, que no me gustan algunas cosas incorrectas o ilegales. Y será por eso que me llama. Entonces, le comienzo a hacerle ver el panorama que estaba ocurriendo en el entorno de él porque, de repente, él, como presidente de la República, no podía verlo porque son cosas muy pequeñas, administrativas, que un presidente no estaba tanto al entendido. Entonces, lo primero que le dije es que hay que detectar a las personas que están metidas en acos de corrupción o en acto ilegal, inmediatamente denunciarlos o sacarlos de Palacio. Es ahí donde él me propone que trabaje para él, para Palacio.

-Inmediatamente.

Sí. Me dice “ingeniero, entonces, trabaje aquí, apóyenos”. Yo le dije que no.

-Pero, que trabajara usted en Palacio con qué cargo o qué responsabilidad.

Claro, me dijo bajo un cargo de aquí, y es donde le digo que yo nunca he trabajado para alguien, que siempre he sido independiente. Me dice: “pero, usted hágalo por el país, hágalo por la gobernabilidad, apóyenos”. Yo le dije: “bueno, presidente, la única manera es que yo podría apoyarlo de vez en cuando pero sin sueldo. Yo podría venir en los momentos que yo pueda, cuando yo desee, en la hora, el día, lo marcaría yo”.

-Pero al final usted terminó yendo todos los días.

Claro, eso ya vino a continuación.

-¿Qué funciones quería el presidente Castillo que cumpliera usted?

Bueno, al comienzo no entendía muy bien sobre las actividades que yo iba a realizar dentro de Palacio.

-¿Por qué no era claro o no sabía explicar el asunto?

No entendía bien el tenor.

-No enfocó bien.

No enfocó bien el tema, pero luego fuimos conversando y ya pude detectar cuál iba a ser mi función dentro de Palacio. Lo que él quería era que averiguara las personas que estaban metidas en corrupción.

-¿Qué usted averiguara?

Sí.

-O sea, que usted hiciera como espía.

Algo parecido.

-¿Por qué vio en usted alguien con capacidades, con talento para espiar?

Porque muchas personas de su entorno, de su confianza, que habían estado en la primera vuelta y que habían estado desde la huelga magisterial, le habían hablado de mi trabajo con la señora Dina Boluarte, o sea, transparente, limpio.

-Pero, por lo que usted nos ha contado, las funciones que usted cumplió en el equipo de Dina Boluarte eran de un empresario que aportaba con dinero, etc., pero aquí era otro tipo de trabajo, él le estaba pidiendo a usted que fuera espía.

Le explico. En la campaña, una de las cosas que yo marqué posición con la señora Dina Boluarte y con su equipo era “cero corrupción”.

-¿”Cero corrupción”?

No hay que pedir dinero a ninguna persona.

-¿De quién desconfiaba, por ejemplo, Pedro Castillo?

De muchas personas.

-Por ejemplo.

Del área administrativa de Palacio, del área de logística, el área de protocolo o actividades.

-O sea, de todo el mundo.

De la gran mayoría, porque ya había acontecido lo del señor Bruno Pacheco, ya había rumores de otras personas que estaban cometiendo algunos delitos, entonces, me dijo que lo apoyara en eso y que lo haga por el país.

Me dice “bueno, entonces, ingeniero, si usted ya acepta, le voy a dar el nombre y el teléfono, comuníquese con esta persona, que lo va a recibir y él va a ver de qué manera usted podría aportar aquí en Palacio”..

-¿Quién era esta persona?

El señor Beder Camacho.

Beder Camacho y el jefe de la DINI

Voy ese día, me atiende y le explico qué es lo que me habían dicho para yo poder apoyar aquí en Palacio. Me dijo “bueno, yo sé qué vienes de parte del presidente, no sé el motivo, qué labores vas a realizar aquí”, porque el presidente parece que no le había nada tampoco, ni yo pensaba decírselo.

Me dice “voy a llamar al señor José Luis Fernández, que es el director de la DINI, para que él vea la manera de qué se podría hacer aquí en Palacio”.

-O sea, ¿la idea de que usted posteriormente se convierte en un agente de la DINI fue de quién, del señor Camacho?

Claro, por supuesto.

-¿No fue del presidente?

No, no.

-¿Cómo se puede corroborar eso? ¿Cómo podemos estar seguros?

Porque sino el señor presidente me hubiese enviado directamente a la DINI, sin embargo, me envía primero a la Subsecretaría General.

Al día siguiente nos cita de nuevo el señor Beder Camacho, llega el señor José Luis Fernández, de la DINI, y el señor Beder le explica que por encargo del presidente, el señor Shimabukuro quiere estar en Palacio haciendo unas funciones, o, en el caso de que no se pueda, que sea al menos dentro de las instalaciones de la DINI. El señor José Luis Fernández me invita a las instalaciones de la DINI, voy a las oficinas de la DINI, me explica que ya él estaba avanzando en un proyecto de una oficina de destaque de la DINI dentro de Palacio, que ya lo estaban realizando y que iban a enviar personal de la DINI como destaque a Palacio, que prácticamente dependía de la DINI y no de Palacio, pero con funciones dentro de Palacio.

El jefe de la DINI, fuimos con él a Palacio, le entregó en mi presencia un documento lacrado.

-¿A quién?

Al señor Beder Camacho. Y luego le envía otro documento donde activan ingresar tres personas más, aparte de mí, éramos cuatro, a la oficina de destaque en Palacio, y se lo entrega al señor Beder Camacho. Yo paso a apoyarlos a la instalación de esa oficina, una oficina común y corriente, donde había computadoras, algunos monitores. Donde más se veía los problemas regionales, de la coyuntura, como manifestaciones, desastres naturales, y se hacía análisis...

-¿Usted trabajaba con los otros agentes? ¿Se reunía con ellos?

De vez en cuando ingresaba para algunas cosas de apoyo.

-¿Cuáles fueron sus logros como agente de la DINI?

¿Mis logros? Fueron muchísimos.

-O sea, cumplió con la labor asignada por el señor Pedro Castillo.

Yo creo que sí.

-¿A quién descubrió?

Bueno, descubrí que el señor Beder Camacho tenía reuniones con la señora Dina Boluarte.

-¿Por qué estaba mal, para usted, que el señor Beder Camacho se reuniera con la señora Dina Boluarte?

Luego comencé a atar cabos que ya había un tema de conspiración, porque yo estuve presente en el momento que el señor Beder Camacho desapareció las agendas y los teléfonos de los edecanes.

-Pero, supuestamente, por orden del presidente.

No, porque en su oficina había testigos, uno de ellos, el señor Helí, que trabaja para el señor Beder Camacho, y dos personas más, y yo le pregunto al señor Beder Camacho: “¿el presidente tiene conocimiento de lo que tú estás haciendo, que estás yendo a pedir las agendas y los teléfonos?”, y él fue bien claro y me dijo que no, pero que de todas maneras iba a perjudicar la gestión del gobierno. Yo le digo: “pero, si no te autoriza, ¿tú por qué tienes que pedir?”. Él me dice: “yo sé lo que estoy haciendo”. Como él era el secretario general, y ese día también era el subsecretario general, porque tenía los dos rangos en Palacio y podía hacer lo que quería, bajó y apareció a los veinte minutos en su oficina, donde yo estaba sentado con otras personas más, con unas agendas, unos cuadernos y unos celulares en la mano.

-¿Cómo supo usted que esos eran los celulares de los edecanes?

Porque los venía trayendo, en la mano un paquete de celulares y en la otra mano, un paquete de cuadernos color azul.

-¿A usted le consta que eran de los edecanes?

Él lo dijo y delante de todas las personas que estuvieron presentes, dijo que los tenía que desaparecer porque esto iba a perjudicar al gobierno... Con el tiempo me llego a enterar que al único que lo iba a perjudicar es al señor Beder Camacho.

-¿Por qué?

Porque en esos cuadernos se apunta nombre, apellido y DNI de las personas que ingresan a Palacio tanto de manera formal como informal. ¿Cómo logro atar cabos? El señor Beder Camacho hacía ingresar por la puerta “Perú”, de Cronistas de Palacio, a muchas personas sin ser registrados en la computadora, pero los oficiales o los edecanes sí apuntaban en ese cuaderno a las personas que ingresaban. Muchas de las personas que ingresaban a Palacio no iban a ver al presidente sino al señor Beder Camacho.

-¿Por ejemplo, quiénes y para qué?

Personas privadas, oficiales de la Policía en su oficina siempre encontraba oficiales de la Policía de alto mando.

-¿Usted los veía?

Por supuesto.

-¿Puede reconocer a algún oficial que haya estado allí?

Tendría que ver su rostro para decirte “tales personas han estado”, porque, siempre, yo bajaba y les decía a los edecanes: “¿estas personas han venido a verlo al presidente?”. “No”, me decían”. “Entonces, si no han venido a ver al presidente, ¿qué hacen en la oficina del señor Camacho?”.

-A ver, empresarios, policías de alto rango, dice usted...

Congresistas...

-¿Qué se reunían con el señor Camacho?

Sí.

-¿De oposición u oficialistas?

Había distintos, más eran de Perú Libre. También el congresista Wong, algunas personas del partido político.

-Según usted, no se registraban.

Correcto. Muchos no se registraban y otros sí. Yo creo que a quien más le iban a perjudicar esos cuadernos era al señor Beder Camacho porque ahí estaban registrados con nombre y apellido las personas que ingresaban a Palacio, pero no a ver al presidente sino a verlo a él, porque él era subsecretario general y secretario general.

-Pero lo que recoge la Fiscalía y lo que plasma en las resoluciones diversas que se han generado por el caso del expresidente Castillo, es que la orden provino de él.

Yo le pregunté al señor Beder Camacho sobre la extracción si el presidente tenía conocimiento sobre le extracción de los cuadernos de apuntes, y me dijo que no, pero que en su momento le iba a decir. Y eso lo dijo en su oficina, delante de varias personas que están como testigos. Y eso yo he declarado ante la Fiscalía.

-¿Usted ha contado esto ante la Fiscalía?

Por supuesto, lo he declarado y en mi declaración consta eso.

-¿Por qué cree usted que estaban conspirando ambas personas?

Porque ya se veía, ya veíamos el panorama que querían sacarlo sí o sí al presidente de la República, por el lado del Congreso o el lado judicial, ya era un hecho que la conspiración se veía cada vez más grande.

-¿Y por qué pensaba usted que las reuniones entre la señora Boluarte y el señor Beder Camacho representaban una conspiración contra el señor Pedro Castillo?

El presidente ya me había informado sobre algunas cosas irregulares de la señora Dina Boluarte.

-¿Irregulares?

Sí, algunas reuniones, incluso, en una de las reuniones del Consejo de Ministros ella salió muy rápidamente a reunirse con algunas personas en su oficina...

-¿Con qué personas? O sea...

Con algunas personas privadas, y luego la vi conversando con el jefe de Inteligencia, que es el señor José Luis Fernández, de la DINI.

-¿Por qué no podía reunirse la vicepresidenta con el jefe de la DINI? ¿Por qué sospechaban de eso?

Porque todas las reuniones que se podían dar con cualquier personas de inteligencia de la DINI o cualquier otro instituto del Estado, tenía que saberlo el presidente, y sin embargo, no informaban las reuniones que tenían con ella, ni el señor Beder Camacho, ni el señor José Luis Fernández, ni ninguna otra persona del gobierno.

-¿O sea, nada de eso era de conocimiento del presidente, dice usted?

Correcto.

-Y usted, entonces, lograba conocer esas historias y se las contaba al presidente.

Así es.

-¿Usted tenía acceso directo al despacho del presidente?

No, no, no, no tenía directo.

-¿Y entonces cómo se lo decía?

En el momento en que él salía a alguna actividad o a algún evento dentro de Palacio.

-¿Cómo podemos creer que usted no tenía acceso directo al despacho del presidente?

Porque para ingresar al despacho del presidente se ingresa con la palma de la mano, en las puertas hay un acceso que uno se registra con la palma de la mano, y solo las únicas personas que tienen acceso son el secretario general o el subsecretario general.

-Esto podría tranquilamente desmentido si se descubre que el sistema informático registraba su palma, ¿verdad?

Por supuesto.

-¿Y no la van a encontrar?

No.

-Pero podía entrar usted con alguien que tuviera ese acceso.

Para llegar a la oficina del presidente hay tres puertas con acceso, es imposible.

-Pero, entonces, ¿esporádicamente usted le daba cuenta de sus hallazgos y el presidente lo escuchaba caminando, al paso?

Sí, están las cámaras de seguridad que creo que la Fiscalía ya debe tenerlas o las habrán pedido, donde el presidente sale de algún evento, me ve, me dice que me acerque, le voy dando cuenta, vamos caminando, lo acompaño hasta el Salón Dorado, él ingresa y yo me voy.

-¿Qué tipo de interés refleja eso de un presidente respecto del trabajo de un agente al que le ha brindado esa confianza? Parece que no estaba interesado, entonces.

Lo que pasa es que, para ingresar a su despacho, no es que el presidente ordene quién puede tener acceso directo. Ese es un RUF (ROF) que está dentro de Palacio, que solo indica a ciertas personas.

-Usted había tenido una buena relación con la presidenta Boluarte. La vicepresidenta Boluarte entonces, durante la campaña. ¿Ustedes se volvieron a ver en Palacio? ¿Se saludaban con respeto y afecto?

Ella se sorprendió mucho cuando me ve el primer día en Palacio, en un Consejo de Ministros, en enero, creo.

-¿Usted no le contó? ¿“Doctora Boluarte, voy a ir a trabajar a Palacio”?

No, ya no tenía comunicación con ella. Yo llego a Palacio. Termina un Consejo de Ministros, ella desciende por las escaleras, me ve y se sorprende. Yo la saludo muy cordialmente: “doctora, buenas tardes”. Pero ella no me contestó el saludo. Y cada vez que yo la saludaba, nunca me contestaba, simplemente esquivaba el saludo.

-¿Cuándo pasó eso usted ya era el agente de la DINI que estaba en Palacio?

Sí, por supuesto. Pasan los meses y en una, creo que fue en febrero o marzo, me llama por teléfono muy acaloradamente y me dice que yo la estoy grabando, que he ingresado a su oficina a poner equipos de interceptación, que yo la estoy espiando en su oficina, y yo le digo...

-Pero, tenía mucho sentido esa duda porque usted era el agente de la DINI enviado por el presidente.

Sí, pero, ¿quién de la DINI tiene equipo para grabar?

-Estamos hablando de la DINI.

Sí, pero en la oficina de destaque no hay ningún personal que tenga equipos de grabación, ya han ingresado, ya han allanado y no hay nada. Yo le dije a la doctora que me sorprendía mucho, que me decepcionaba la manera como me estaba haciendo esas preguntas.

-¿Se lo dijo por teléfono o personalmente?

Por teléfono, que yo sería incapaz de hacer este tipo de trabajo.

-¿Cómo podemos creerle?

Porque yo grabé la conversación.

-¿Cómo la grabó?

A través de otro celular, grabé la conversación, puse en altavoz y grabé, y esa grabación la tiene la Fiscalía también, donde yo me siento mortificado porque le digo “yo sería incapaz de ingresar a su oficina y mucho menos tengo acceso y poner algún equipo de escucha”, y luego le corto el teléfono.

-Usted le corta.

Sí, y nunca más volví a conversar con ella.

-¿Por qué debemos creer que usted no sembró ningún micrófono?

Porque, sino, ya hubieran salido audios de la oficina de la señora Dina Boluarte, nunca tuvimos intenciones, bueno, de mi parte, de poner micrófonos o de algún equipo de escuchas.

02.14 – 02.36

-¿Por qué cree usted que a ella no le gustó su presencia en Palacio?

Por muchas cosas. Yo fui el que descubrió que, a través de ella y otras personas, recomendó al ex viceministro de Energía y Minas, Jorge Chávez, que actualmente es el ministro de Defensa, y a otras personas más.

Rumores sobre el jefe de la DINI

La inteligencia estaba en manos del señor José Luis Fernández, de la DINI. Él era el director de la DINI. El presidente ya había decidido cambiarlo por infinidad de información que tenía, que le habían brindado otras personas.

-¿Por ejemplo?

Sus reuniones clandestinas con el congresista Aguinaga en su oficina de Holguín, con la señora Úrsula Letona y otras personas más.

-¿Usted también supo de eso? ¿Usted averiguó eso?

Por supuesto.

-¿Cómo lo supo usted?

Por informaciones. No solamente esas reuniones. Otras reuniones más que tuvieron dentro de las instalaciones de la DINI y en otros lugares...

-¿Eso usted lo supo? ¿Usted?

Sí, y otras reuniones.

-O sea, usted era un agente efectivísimo.

Nos enterábamos a través de las mismas personas de la DINI, trabajadores de allí, que daban información tanto al director como a otras personas. Nos enterábamos de las reuniones clandestinas que tenía fuera de Lima. Entonces...

-O sea, usted era, prácticamente, el espía de lujo del presidente, o, el mejor espía del presidente.

Con la verdad en la mano.

-Pero lo era.

Por no decirlo así.

-¿Y cómo se convirtió en el súper espía del presidente?

Simplemente, no aceptar ningún apoyo o acuerdo con ninguna persona.

-Pero, usted tiene que haber construido toda una red de fuentes, porque hasta se enteró que el mismísimo jefe de la DINI se reunía con ciertas personas.

Era muy sencillo porque había personas que tenían confianza con el presidente, que sí creían en el presidente, y me decían “tengo esta información, te la brindo”. Venían otras personas y luego corroboraba si era cierto o no. Era muy sencillo.

-Pero, entonces, hay algo de razón en lo que se señala en el caso de “El español”, de que usted era una persona importante en el círculo del presidente para temas de inteligencia.

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