Hambre tras el derrame
Hambre tras el derrame, Epicentro TV

Hambre tras el derrame

El drama de los pescadores de la playa La Lluvia que han perdido su medio de subsistencia por el derrame de crudo de la empresa Repsol

Todo desastre ecológico tiene como correlato un drama humano y social. Las costas del Callao y del norte de Lima, eran hasta hace poco una fuente con la que miles de hombres de mar se ganaban la vida. Pero en un santiamén, un derrame de crudo de la empresa Repsol cubrió el mar y las playas con un manto negro de muerte.

Esta es la playa La Lluvia en el distrito chalaco de Ventanilla. En sus orillas, decenas de pescadores de rivera extraían artesanalmente peces y mariscos de entre las peñas. Los pescadores más afectados con la contaminación provocada por el derrame son justamente los de orilla, los que no cuentan siquiera con botes para pescar lejos de la mancha de crudo que avanza contaminándolo todo.

Gracias a la gestión del Ministerio del Ambiente, los pescadores afectados de esta zona lograron entablar comunicación con la empresa Repsol la semana pasada.

Como lo oye: la empresa sólo se ha comprometido a entregarles canastas y a darles trabajo en la limpieza del crudo que derramó destruyendo la vida marina de la zona.

Sin embargo, a muchos pescadores les preocupan las condiciones en las que van a trabajar recogiendo una sustancia contaminante y muy nociva para la salud.

En la zona pueden verse algunas de las herramientas que utilizan los trabajadores de las empresas contratadas por Repsol para limpiar el crudo de la playa

Los pescadores artesanales de la Asociación de Pescadores Fundadores Armadores Estibadores Artesanales de la Playa Bahía Blanca Pachacútec Ventanilla ASPEFAEA, han organizado una olla común para poder subsistir en medio del desastre. Los damnificados por el derrame y la contaminación no son sólo los que extendían sus cordeles o atrapaban mariscos entre las peñas, sino también quienes trabajaban confeccionando insumos y herramientas para esta actividad (vestir con mujeres cocinando).

La magnitud del desastre ecológico y de la crisis social causada por éste es todavía incalculable. Cientos de familias han perdido de la noche a la mañana su medio de subsistencia y las autoridades locales ni siquiera se han acercado a conversar con ellas para evaluar alternativas.

El futuro de cientos de pescadores de Ventanilla y de otras playas del norte de Lima es incierto. Los expertos señalan que remediar los estragos de la contaminación tardará años. Algunos hablan incluso de décadas.
El peor desastre ecológico en el mar peruano no sólo ha exterminado toda la vida marina de playas como La Lluvia, sino que además ha destruido el modo de vida de los pescadores artesanales que hoy observan con dolor e impotencia cómo, hasta el momento, nadie se hace responsable de lo ocurrido.