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Con cara de supuesta consternación y aura de a mí que me esculquen, la presidenta Dina Boluarte salió este lunes a anunciar las medidas para Pataz después de la ejecución de 13 trabajadores que desaparecieron una semana antes. Una vez más quitó cuerpo, como lo ha hecho desde el principio de su gobierno. En distintos tonos y frente a múltiples crisis, la presidenta nos ha dicho que ella no tiene nada que ver, que es culpa de los gobiernos de 40 años atrás, que tuvo mando pero no comando en la represión de las protestas en su contra y que no puede responder por los 50 muertos, que la Fiscalía la acosa, que el Poder Judicial no hace su trabajo, que su exprimer ministro la utiliza para salvarse y sobre todo que la prensa le hace bullying. La prensa es su obsesión. 

Por eso no sorprendió cuando en su mensaje del lunes dijo que "acá todos tenemos que sumar, inclusive la prensa, reconocer el esfuerzo y el sacrificio que hacen nuestros buenos policías". Un mensaje que luego repitió el primer ministro, como no podía ser de otra manera. Porque al señor Adrianzén le sale natural engolar la voz para decir que la señora presidenta tiene la razón, que la señora presidenta es víctima de invasiones a su privacidad, que a la señora presidenta la acosan, que en el exterior sí reconocen sus grandes méritos. Y, claro, que la prensa no ayuda. Colabórame, pe.


¿Y por qué tendría la prensa que ayudarle al gobierno? ¿Acaso esa es su tarea? Los periodistas no están para eso. La tarea de los periodistas no es colaborarle al gobierno, no es hacerle los días más tranquilos. La tarea de los periodistas es tocar donde duele. Es ponerles el espejo para que vean la desfiguración de su propia incapacidad. 

Un reciente informe de Unesco elaborado por el premio nobel Joseph E. Stiglitz, Anya Schiffrin y Dylan W. Groves, reconoció que el periodismo de calidad es un bien público que fortalece la democracia, la rendición de cuentas y el combate a la corrupción.  Los ciudadanos deberían entender que la defensa de la libertad de los periodistas para informar es una defensa de  los derechos de todos. El periodismo es una institución democrática y por eso les molesta a quienes tienen lisonjas con el autoritarismo. 

Esta semana que termina se conmemoró el día mundial de la libertad de prensa y este jueves fue asesinado en Iquitos el periodista radial Raúl Celis. También vimos a los familiares del periodista Gastón Medina, asesinado en enero pasado en Ica, reclamando porque las investigaciones no avanzan. Lo que une a los dos periodistas víctimas de las balas es que investigaban casos de corrupción de gobiernos regionales. 

Reporteros sin Fronteras presentó su informe anual en el que Perú se ubica en el penoso puesto 130 entre 180 países; incluso nos gana México, (124) un país calificado como "mortífero" para los periodistas. 


Los ministros, más ocupados en defender a su jefa y alabarla como la irrepetible mujer andina que quiso la providencia que nos gobernara por primera vez en toda la era cristiana, deberían entender que los periodistas no están para servirlos a ellos. 

La presidenta debería saber que cuando se siembran vientos se recogen tempestades. Desde su despacho se da la orden de encerrar a los periodistas cuando va a actos públicos para que no la incordien. Las pocas veces que ha respondido preguntas sube la ceja en señal de incomodidad y anota el nombre del periodista "por si acaso". 

Algún día entenderán ella y sus ministros que pierden su tiempo enfrentándose a los periodistas. Este gobierno algún día se acabará y el periodismo seguirá haciendo su trabajo.

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