Papa Francisco: Hombre de hechos y de palabra

Jorge Mario Bergoglio llegó al Vaticano en 2013 como el primer Papa latinoamericano, el primer jesuita, el primero en tomar el nombre de Francisco. Lo eligió en honor a San Francisco de Asís, símbolo de humildad y amor por los más pobres. Y con ese mismo espíritu condujo su papado durante más de una década, marcando una época.

Francisco no buscó un pontificado cómodo. Desde el primer día, incomodó a los poderosos, denunció la indiferencia global ante la pobreza, el cambio climático, la migración forzada y la desigualdad. Viajó a las periferias del mundo y alzó la voz donde el silencio había reinado durante años.

Pero también enfrentó el desafío más duro: la herida profunda de los abusos sexuales dentro de la Iglesia. Bajo su mandato, más de 20 obispos y cardenales renunciaron o fueron removidos por encubrimientos o delitos. Impulsó reformas, abrió archivos, escuchó a víctimas. Aunque muchos creen que aún queda mucho por hacer, nadie puede negar que fue el primero en mirar de frente esa tragedia global.

Con Francisco, la Iglesia habló de divorcio, de inclusión, de justicia, de la Amazonía, de los pueblos originarios. Se abrió la puerta —aunque tímidamente— al debate sobre el celibato, las mujeres, y el rol de la comunidad LGTBIQ+.

Tras su partida, el mundo lo recuerda no solo como un líder espiritual, sino como un hombre que hizo del amor su doctrina y de la coherencia, su bandera.