Chile acaba de hacer historia. Diciembre del 2021 será recordado como el mes que en que se dio un paso adelante en el camino a construir una sociedad más inclusiva, más diversa, más justa.

Con 82 votos a favor, 20 en contra y dos abstenciones, el Senado de Chile aprobó la ley del matrimonio igualitario, largamente esperada desde el año 2017 cuando la expresidenta Michelle Bachelet propuso la iniciativa. Tras el retorno de la democracia en 1990, un proyecto del tal envergadura parecía imposible, pero Bachelet habló de diferencias, de ternura, de amor…

El matrimonio ahora es igual para todos y todas. La nueva ley modifica 39 artículos del Código Civil chileno eliminado las diferencias de sexo y reemplazando las palabaras “marido” y “mujer” por cónyuge y “madre” y “padre” por progenitores. También ratifica la no discrminación para la comunidad LGTBIQ, permite la adopación de hijos por familias homoparentales y elimina el divorcio automático en el caso de personas transgénero.

Movimientos ciudadanos como el MOVIHL Chile y la Fundación Iguales han trabajado durante décadas para lograr este reconocimiento. Un hito crucial en esta lucha ocurrió en mayo del 2004, cuando la jueza Karen Atala demandó al estado de Chile ante la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, luego de que el gobierno le quitara la custodia de sus tres hijas, solo por el hecho de ser lesbiana y vivir con su pareja.

El matrimonio igualitario cuenta con 80% de aprobación de la ciudananía, una ciudadanía de cara a las proximas elecciones presidenciales parece polarizada. Y que sin embargo, aún logra acuerdos y consensos tan sencillos y simples como que el amor es amor.

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