Según el presidente del Congreso, los congresistas que viajaron a Rusia, invitados por la Cámara Baja del congreso ruso, lo hicieron sin autorización de la Mesa Directiva.

Sin embargo, tras conocerse que el experulibrista, Jaime Quito, sí viajó con autorización, Alejandro Soto tuvo que admitir que por lo menos en ese caso sí había concedido una licencia.

Tanto soto como los congresistas viajeros se han defendido argumentando que el viaje a Rusia no le costó dinero al Congreso. Sin embargo, los viajeros abandonaron sus deberes parlamentarios en plena semana de representación.

Además, el viaje provocó la condena enérgica de la embajada de Ucrania en el Perú por este mal uso de lo que se conoce como diplomacia parlamentaria, en abierta contradicción con la posición de la cancillería peruana sobre el conflicto ruso-ucraniano.

La comisión de Ética le ha pedido información a Oficialía Mayor para saber cuántos viajaron con licencia. Alejandro Soto dijo inicialmente que ninguno, pero luego admitió que solo uno. ¿Cómo debe actuar el Congreso en este caso?

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